POSIBILIDAD DE LO IMPOSIBLE  (11) 

               II) Personajes a veces complejos. En las próximas páginas nos referiremos a ellas cuando aparezcan con más detalles, para poder analizar la posibilidad de algunas explicaciones de sus significados.

                III) Un tipo humano mucho más raro es el de la Estela 3 de La Venta, el “Tío Sam”, de nariz aguileña y mentón prolongado por una barbilla. Ya nos referimos anteriormente a esta Estela y estimo probable que en realidad representa lo que a todos les ha parecido. El jefe de los primeros indios “pieles rojas” del norte de América, hoy conocido como Estados Unidos de América, por la proximidad de ambos territorios, y por lo tanto, en su zona de influencia. En esta Estela también podemos “observar” la transición de poder del Olmeca al hombre como hoy es conocido en nuestras civilizaciones. Otra característica destacada, es que las figuras comienzan a aparecer explícitamente sexuadas, o implícitamente, al tener cubiertas sus zonas genitales. 

                IV) Los “bebes”, más o menos humanos o más o menos felinos. Son asexuados, rollizos, sin cabello. Sus figuras hacen suponer unos seres con cuerpos humanos y rasgos felinos, representativo del ente cosmológico. Toda las mitologías, filosofías y religiones nos hablan de algo por el estilo. La madre humana y el padre celestial, que da lugar a las primeras descendencias divinas, que permanecen en la tierra y procrean sus herederos humanos, como los Faraones egipcios. En estos casos, los “bebes” son asexuados, lo que hace suponer que su linaje es temporal ya que no puede haber procreación y por lo tanto descendencia, al menos en la forma biológicamente natural conocida, de los habitantes de este planeta. Cuando esto sucede mitológicamente, pero con una continuidad reproductora, como es el caso de Horus como descendiente de Isis y Osiris y Jesús de María y el Espíritu Santo, no hay una relación sexual genital en su procreación. En el caso de Osiris, al ser dividido su cuerpo y distribuido por el mundo, cuando Isis lo encuentra, lo une y le da vida, le falta el penis que había sido comido por un pez. La procreación de Horus, entonces es divina, no fisiológica. Lo mismo acontece con Jesús, que María es concebida por el Espíritu Santo sin perder su virginidad. En cierta forma Soustelle llega a las mismas conclusiones cuando sugiere apartar esta última serie de representaciones humanas: los “bebes” tienen un carácter demasiado simbólico y mítico para que se les pueda considerar como descripciones efectivas de un tipo étnico. Ver la posible explicación a estos “bebes” en la interpretación del Altar núm.. 5, en la página (?).

                De las cuatro categorías, las categorías I y II sugieren que son las que más corresponden con el tipo físico de los Olmecas. ¿Pero como probarlo? No hay vestigios óseos, según se supone debido a que “los esqueletos no resistieron la acidez del suelo”. Ya hemos explicado nuestro punto de vista anteriormente. ¿Como explicar que otras osamentas en las mismas regiones, de relativamente pocos años posteriores a la época Olmeca, se preservaron y no fueron destruidas por la acidez del suelo? La posibilidad más creíble para mi, por muy imposible que parezca, es que se trata de seres que no corresponden a nuestro planeta pero si a nuestra galaxia, con características anatómicas y funciones fisiológicas distintas al ser humano. En un período posterior, su arte comienza a representar al hombre como los de nuestras civilizaciones en todo nuestro planeta y con una tipografía que no corresponde a la de ninguna particularmente  conocida, solamente en algunos casos, se asemejan a algunas de ellas. ¿O quizás no será al revés, que aquellos son los que se asemejan a los Olmecas originales, por alguna razón para nosotros desconocida? ¿Aplicarán en este caso las leyes formuladas por Darwin? ¿Serán producto de la ingeniería genética?

                 La interpretación como “negroides” de los rasgos de la cabeza colosal de Hueyapán, ya la hemos discutido anteriormente, y ni ésta ni las otras quince conocidas cabezas, pueden ser seriamente consideradas como representantes de un negro africano. Jairazbhoy ha creído que la civilización Olmeca puede haber tenido su origen en un desembarco egipcio. Los argumentos de Soustelle por si solo son convincentes de la imposibilidad de esa teoría, a los que yo quiero agregar lo siguiente: después del descubrimiento de la “roseta” prácticamente todo la escritura egipcia ha sido interpretada y en ningún lugar se especifica, no solo a los Olmecas, sino a este continente. No fue hasta el descubrimiento por Colón que se supo de la existencia de lo que hoy son llamadas las Américas y sus habitantes, sus culturas y sus razas. Sin embargo, si aceptamos la interpretación del Altar núm. 5 “Los Quíntuples”, expuesta más arriba, los Olmecas conocían las cuatro más antiguas civilizaciones, contemporáneas con la de ellos, en las que se incluye la egipcia, de acuerdo a lo comentado sobre el mapa que incluye esas cuatro civilizaciones y ellos como centro.

                 Otro hecho que confirma esta teoría, son las bolas de piedra de gran tamaño, no formaciones naturales, sino hechas por el hombre, pero más pequeña que las cabezas colosales, que se encuentran en un sitio en Costa Rica y que aparecen con marcas. Algunas de estas grandes bolas de piedra han sido removidas de sus posiciones originales, pero otras permanecen intactas. Lo curioso de estas piedras, es que tienen unas marcas, algunas como de flechas y en las que están intactas, esas flechas apuntan a la dirección de conocidas antiguas civilizaciones. Lamentablemente no tengo detalles más precisos, pero consultado a un Costarricense, me confirmó de su existencia. ¿Este lugar en Costa Rica sería una escuela o universidad donde se enseñaba geografía? De cualquier modo, fuere lo que fuere, esto sugiere que algún grupo étnico mesoamericano conocía el mundo de su época, mientras nadie, ninguna de las civilizaciones existentes en 1492 de nuestra era, a pesar de la multiplicidad y su grado de desarrollo, cultura e inteligencia, conocía que existiera un quinto continente, que más tarde se le llamó América y mucho menos podían imaginar quienes lo habitaban o lo habían habitado. El conocimiento hace 500 años, era que esta región era una gran masa de agua.