POSIBILIDAD DE LO IMPOSIBLE  (17) 

                  En el Mesón, Stirling descubrió una estela de cuatro metros de altura, sobre la que está esculpido un hombre de pie, con el rostro de perfil y el torso de frente. Lleva ornamentos de orejas y un alto peinado. Un glifo está representado debajo de él. Este monolito es muy semejante al que se conoce con la apelación de “Estela Alvarado”, pero que probablemente proviene de un sitio en el interior de las tierras, quizás de Cerro de la Piedra. El personaje representado en esta estela de pie, con la cabeza coronada por un ornamento complejo, se halla frente a un individuo con las manos atadas, un cautivo, acurrucado a sus pies. Su boca, con el labio superior espeso y arqueado, evoca el estilo Olmeca. Sus pies reposan sobre una banda horizontal grabada con motivos que se componen de un pequeño disco y una barra análoga a la barra inferior de la inscripción del Monumento E de Tres Zapotes. Frente a él, encima del cautivo, quedan débiles rastros de una columna jeroglífica.

                Es de notar la semejanza entre estos dos monumentos mencionados. Pero mas significativo son los motivos que podemos considerar numéricos. La barra inferior, significaría 1000 y el disco podría significar un glifo para años. Sin embargo falta la barra que está intermedia en la otra estela. ¿Se referirá a dos fechas, una la de la muerte del “bebe” (1100) y otra a la de la captura de un enemigo o asesino?, dos hechos que están interrelacionados, pero que pueden haber ocurrido en distintas fechas. Esta representación numérica le daría más validez a la teoría del código numérico en el Monumento 77.

                En cuanto a la cerámica, tan abundante y variada, como veremos en otros zonas Olmecas, es relativamente escasa y monótona entre el Papaloapan y Tonalá. Es posible que también allí la extrema humedad y la acidez del suelo hayan contribuido a destruir no solamente la madera, sino también la terracota. La alfarería de La Venta y de Tres Zapotes es escasa: si acaso una cuarentena de especímenes completos o en estado de restauración posible. Ni aún los tiestos, que se recogen por centenas de miles en otras zonas arqueológicas, son aquí muy abundantes. No parece que los Olmecas, en contraste con la mayoría de los otros pueblos de Mesoamerica, hayan confeccionado objetos de terracota para uso ceremonial: recipientes rituales, incensarios, braseros.

                La teoría de la destrucción debido a la humedad y acidez del suelo, ya la hemos comentado y no tiene mucha base en que sustentarse. Vestigios arqueológicos en zonas de diversas composiciones de climas y suelos, han subsistido por períodos de tiempo más antiguos que el de la civilización Olmeca y aunque limitados en cuanto a número, han sido suficientes para determinar la composición social de aquellas tribus que los usaron. No es posible imaginar que nada se haya recuperado de los Olmecas, porque la humedad y la acidez los hayan destruido. Es más lógico pensar, que sencillamente, los Olmecas no los usaban porque no los necesitaban. Su vida diaria se desarrollaría dentro de las estructuras que se asentaban sobre los basamentos de serpentina y edificios aledaños. Su alimentación no requeriría tiestos, ya que posiblemente fuera energética de otro tipo, al carecer de un sistema fisiológico como el nuestro. Todos los residuos que pudieran existir, estaban en las estructuras móviles, que desaparecieron al unísono, junto con ellos. Sus características anatómicas, de acuerdo a sus estatuas, no eran muy diferentes a las nuestras, salvo a que eran asexuados, lo que indica que su reproducción tenia que ser de otra forma que no era la relación sexual-genital. Podemos determinar un período especifico en que sus representaciones pasan del estilo antropomórfico-humano, al puramente humano, ya en los finales de su presencia en este plano, lo que hace posible imaginar que por medio de la ingeniería genética habían creado seres como nosotros, con los que poblaron nuestro planeta.

                No podemos seguir dudando que se trataba de “inteligencias” de otros mundos, probablemente de los planetas que componen nuestra galaxia. Hay muchas representaciones que indican eso. Por ejemplo las diez y seis estatuillas que aparecieron enterradas y que se les ha denominado “ofrendas”. Todas son iguales en cuanto a sus formas anatómicas, pero están agrupadas por ciertas características: trece son de un tipo (¿representantes de trece planetas, incluyendo la Tierra?), dos de otras características (¿representantes de las dos fuentes de energía que descienden del Absoluto y se encuentra en todo?) y una de terracota roja, distinta a todas las demás (¿el representante del sol?). La posición que tienen esas estatuillas denotan un consejo de Estado, donde el representante del Sol es la autoridad máxima. ¿No son estas observaciones posibilidades de lo imposible? ¿Se refieren a un consejo de estado de los planetas de nuestra Galaxia? Imposible, mientras queramos situarlas dentro de un esquema predeterminado que no se ajusta. Si las situamos dentro del contexto que estamos discutiendo, no solo son muy posibles, sino que se puede identificar su interrelacion y descifrar muchas de las incógnitas. Si todos trabajáramos bajo esa hipótesis, creo los resultados serian asombrosos.

                   Por tanto, si en lugar de imaginar que la búsqueda de esas piedras a las cuales atribuían valor supremo, llevó a los Olmecas a emprender expediciones y aún crear aldeas y ciudades para ese fin, consideráramos la razón, como desarrollo de la nuevas civilizaciones, la maya entre ellas, esta hipótesis tendría más sentido.