POSIBILIDAD DE LO IMPOSIBLE  (2) 

                 Esto es lo que parece suceder, ya que a partir del año 1500 a. C. cierto modo de vida se generaliza a través de Mesoamerica, que se caracteriza por un rápido crecimiento de la población, por el surgimiento de aldeas cada vez más numerosas, por la diversificación de los recursos vegetales y animales. Esta fase de desarrollo encontraría su fuente en la fase anterior, la del “establecimiento” y prepararía la siguiente, “la colonización”, todo ello producido por la civilización Olmeca, una alta civilización de estilo única, cuyas raíces no se encuentran en ninguna parte, con sus obras tan rematadas, tan refinadas como la de las grandes civilizaciones del primer milenio antes de nuestra era. Pero recordemos que ese es el momento en que la civilización Olmeca está en el apogeo de su desarrollo en todos los aspectos y que su trayectoria puede remontarse por lo menos 500 años más atrás, aproximadamente,  por lo que sería posible suponer, que el 3ll4 a.C. en que se inicia el calendario maya, fue la fecha de inicio de la primera fase, con el arribo de la primera avanzada de “reconocimiento”.

                A partir de esa asunción, podemos comenzar a conocer a los “Olmecas históricos” a través de lo que nos dicen los “Olmecas arqueológicos”. Estos a su vez, a través de sus realizaciones, obras y arte, nos pueden contestar muchas preguntas sin respuestas hasta hoy: ¿como los Olmecas se llamaban a si mismos y que medio de comunicación utilizaban?

                Para poder lograr estos conocimientos, es necesario, como sucedió cuando el descubrimiento de la primer cabeza colosal, echar por tierra todos los esquemas admitidos que no han producido resultados y empezar a considerar otras alternativas, o sea, la posibilidad de lo imposible. Quizá nuestra visión de las cosas sufrirá otros trastornos cuando salgan  a la luz, no los monumentos aun desconocidos, las estelas, etc., sino, cuando comprobemos que la posibilidad de lo imposible se convierte en la posibilidad de lo posible.

                El descubrimiento de los Olmecas por Melgar en 1862, recordemos, se debió no a una investigación planeada, fue cuestión de la casualidad. De aquí surgen las dos primeras mitologías, “la cabeza colosal de tipo etíope” y el desarrollo de las teorías sobre “migraciones”, que como dice Soustelle, “por inverosímiles que nos parezcan hoy, no por ello han dejado de rondar la arqueología mexicana como fantasmas mal exorcizados”

                Durante los años 30s, al conocerse y compararse monumentos y objetos que formaban parte de diversas colecciones, “vinieron a añadir sustancia a esta civilización aún hipotética, aún no comprobada, sino adivinada”.  En 1939, en el sitio de Tres Zapotes, donde se había descubierto la primera cabeza colosal, se descubrió una estela rota (Estela C) que llevaba una inscripción que Stirling interpretó como de “Cuenta larga”, análoga a las que los mayas clásicos dejaron en innumerables monumentos de México y Guatemala. Esta inscripción la databa como 3l a.C., basado en la “Cuenta larga” de los mayas clásicos. En 1957, bajo el método de datación por el carbono 14, vino a proyectar un pasado más remoto que todo lo que se había osado imaginar, el cimiento y el florecimiento de la civilización Olmeca.

                Aún en esta fecha sucede lo mismo. Como no se conocía de ninguna civilización anterior a los mayas, todo tenía que conformarse a ese período, a lo conocido de esa civilización. Hoy como no conocemos nada de la civilización que existió antes de 1500 a.C.,  todo tiene que ser interpretado dentro de esos parámetros. Pero los Olmecas estuvieron presente entre esa fecha y 3ll4 a.C. Aunque no pueda todavía probarse, todos los antecedentes resultan convincentes. Pero queremos seguir en la oscuridad, antes de aceptar otras hipótesis que hasta hace poco tiempo eran risibles, pero que hoy, ante el avance de las ciencias y los descubrimientos, ya no solo son consideradas como posibles, sino reales, aunque todavía no se hayan podido probar científicamente.

                Ya sabemos que no somos el centro del universo. Que la galaxia de la cual formamos parte, es una pequeña parte de las galaxias que existen en el universo. Que solamente en nuestra galaxia, hay planetas que puedan tener o haber tenido “vida” igual a la nuestra, aunque no necesariamente con las mismas formas anatómicas que las nuestras, pero sí dotados de inteligencia. La inteligencia es una parte esencial de toda forma de vida, en lo humano desde la primera célula. Hoy ya es posible no solo visitar, sino colonizar la luna y hasta se planea, en pocos años construir un hotel para ir a visitarlo (no ciencia ficción, hay un real plan con inversionistas para su desarrollo). En poco tiempo el hombre llegará a Marte y otros planetas y el universo comienza a ser un territorio menos desconocido, pero explorable, como sucedió en el principio de nuestra era con las selvas y los desiertos. Pero seguimos pensando con la misma mentalidad, nosotros si podemos, pero “después de mi el caos”. Nada existe como vida, como inteligencia, si no es como la nuestra.