Los Olmecas (17)  

                  La cerámica descubierta en San Lorenzo y que corresponde a la fase “Palangana”, entre 600 y 400 antes de nuestra era, es muy análoga a la de La Venta. Por tanto parece que la breve reocupación del sitio se debió a los Olmecas de La Venta, que erigieron en el centro de la meseta un conjunto de túmulos, formando un patio ceremonial calcado sobre el de su lugar de origen, aunque de dimensiones más reducidas.

                 La Venta y San Lorenzo presentan un carácter común: ni el uno ni el otro de esos dos grandes sitios fue ocupado por los Olmecas después del siglo v o, cuando mucho, el siglo iv precedente a la era cristiana. Tal no es el  caso del sitio de Tres Zapotes, llamado hace poco “Hueyapán”, donde fue observada por Melgar la primera cabeza colosal conocida; allí, vestigios Olmecas de autenticidad indiscutible, evidentemente contemporáneos de la floración de La Venta y de San Lorenzo, coexisten con monumentos más recientes. ¿Se trata de una fase “olmeca tardía” o “clásica antigua”?. Esos “olmecas tardíos”, ¿no serian “premayas”? Preguntas a las cuales es muy difícil responder, pues nuestro conocimiento de esa zona arqueológica aún es muy imperfecto. Excavaciones más extensas y más profundas serán necesarias para permitirnos ver con más claridad.[11]

                 Dos monumentos de Tres Zapotes muestran inscripciones numéricas: Son la Estela C y el Monumento E. La Estela C tiene en ella inscrita : 7.16.6.16.18, que correspondería al año 31 a.C., con la condición de que la fecha cero del sistema aquí empleado sea la misma que la fecha cero del sistema maya clásico, de tres siglos después.[12]

                 Otra inscripción aparentemente numérica fue encontrada sobre una roca en el fondo del río Hueyapán, que la cubre aproximadamente con un metro de agua durante la temporada de lluvia. La superficie grabada se destaca aproximadamente en 25 centímetros, formando una superficie cuadrangular de 182 centímetros por 152 centímetros. La inscripción se compone de tres signos sobrepuestos que son, de arriba abajo: un disco, una barra horizontal y una segunda barra horizontal, cuya parte inferior lleva, en el centro, un apéndice rectangular. Ningún otro glifo, ninguna iconografía acompañan a estos tres signos.

                 La antigüedad de la inscripción es poco dudosa. La roca sobre la cual está grabada  prolonga un nivel de ocupación profundo, cubierto de una capa de cenizas volcánicas, que corresponden al “Olmeca I” de Ignacio Bernal, es decir,  a la fase “Tres Zapotes antiguo”, anterior al año 1200 antes de nuestra era. El hecho es sorprendente, pero casi parece indiscutible. Así pues nos encontramos en presencia de lo que tiene que ser una cifra representada según el sistema mesoamericano de barras y puntos, asociado a un período particularmente antiguo. Pero, ¿de que cifra se trata?. El disco y la barra pueden interpretarse como representaciones del número 6. La segunda barra, con su prolongación rectangular, ¿podrá ser interpretado como una cifra 5? En ese caso, la inscripción daría 11 en total. Pero, ¿porque la forma diferente de la barra inferior? Este signo es, más probablemente, un glifo afectado de la cifra 6 y su forma no deja de recordarnos el signo maya ik. De todas maneras, es claro que la inscripción no es una Cuenta Larga. Pero de allí se desprende que la numeración por barras y puntos se remonta, en esta región, a una gran antigüedad.[13]