Los Olmecas (5)
La “ Cuenta larga”, dicho solo lo esencial, define Soustelle,
es un medio de definir una fecha con precisión absoluta, enumerando los
períodos transcurridos desde una fecha “cero” situada en el pasado más
remoto (3113 a.C[6].),
hasta la fecha fijada. El descubrimiento de la Estela C debía
desencadenar una verdadera tempestad entre los especialistas de la
arqueología mesoamericana. Si se adoptaba la lectura hecha por Stirling,
el monumento era anterior, en más de tres siglos a los principios de la
época maya clásica. Pero ¿como admitir que una inscripción fundada
sobre el sistema de la “Cuenta larga” fuese claramente pre-maya? Habría
que pensar en una civilización lo bastante desarrollada como para
concebir un cómputo tan avanzado del tiempo que hubiese podido florecer
antes de los mayas y al margen del país maya. La controversia empezó.
Todo el mundo, -tanto partidarios como adversarios de la antigüedad Olmeca- razonaba como si la fecha “cero” de la “Cuenta larga” de
la Estela C, fuese necesariamente, la misma que la de la “Cuenta
larga” de los mayas clásicos. Como veremos, la fecha de 31 a.C, juzgada
demasiado antigua cuando su descubrimiento, nos parece hoy bastante tardía.
Y habrá que aguardar a 1957 para que el método de datación por el
carbono 14, venga a proyectar, por así decirlo, a un pasado más remoto
que todo lo que se había osado imaginar, el nacimiento y el florecimiento
de la civilización Olmeca.
Con su pirámide (cuya forma real, disimulada por una vegetación
exuberante, solo fue conocida después), con las estatuillas de jade
contenidas en unos escondrijos y las asombrosas “ofrendas masivas” de
bloques de serpentina hundidos en fosas profundas, con sus tumbas -una de
ellas en columnas de basalto-, sus espejos de magnetita, sus “hachas
votivas” gravadas, sus estelas esculpidas en bajorrelieve, sobre todo
con el afán de planificación y de orientación que revela la disposición
de los monumentos y de las tumbas, La Venta era, con toda evidencia, el
centro ceremonial, -y también sin duda , gubernamental y comercial- de
una población lo bastante numerosa y organizada para ejecutar trabajos
gigantescos. Después de muchos siglos de olvido en la selva y los
pantanos, la metrópoli Olmeca pudo ser descrita en 1968 por Michael Coe
como el teatro de “todos los horrores de la civilización industrial
moderna. Una refinería lanza nubes de humo, una pista de aterrizaje corta
en dos el sitio arqueológico. La Venta se ha convertido en víctima del
petróleo que se encuentra bajo su superficie y se ahoga en su sangre
negra”. |