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EL ORIGEN DE LAS
ESPECIES (2)
Por
los siguientes 15 años, Darwin fue elaborando sus ideas y colectando
hechos en soporte de ellas, con
vista a publicar un verdadero y convincente trabajo “-un libro muy
grande-”, “tan perfecto como pueda hacerlo”.
Yo he esperado más o menos por el mismo tiempo, por las mismas razones,
hasta Febrero 20 del año 2000, en que decidí
poner por escrito el
resultado de mis estudios e investigaciones, aunque no tenga todos los
elementos para confirmar hipótesis. Con más facilidad y en menos tiempo,
la comunidad científica puede llegar a conclusiones. A ella le propongo,
encontrar lo que tienen de valor, si existe alguno, mis teorías.
Demorarlo por más tiempo por mi parte, quizás pudiera significar la vida
o muerte de muchos seres humanos.
Si
no hubiera sido por el momento de inspiración
de Wallace en Ternate, cuando la idea de la selección natural
“relampagueó en su cerebro estimulado por la fiebre”,
Darwin pudiera haber continuado haciendo lo mismo por otros quince
años y el resultante libro hubiera sido tan monumental, que hubiera sido
imposible leerlo. (En esto también existen paralelos, no en las causas
pero sí en los efectos).
En el libro El origen de las especies
Darwin convincentemente demuestra el hecho de la evolución: él provee un
basto y bien escogido cuerpo de evidencias mostrando que animales y
plantas existentes no pueden haber sido creadas en sus presentes formas
separadamente, sino que tienen que haber evolucionado de formas anteriores
por una lenta transformación. Por otra parte, la teoría de selección
natural que el libro tan completa y lucidamente expone, provee un
mecanismo por el cual, tal transformación pudo y debió automáticamente
ser producido.
Darwin
supuso que la evolución debe ser un fenómeno universal.
Diferentes especies pueden ser producidas por evolución de un común
antepasado. Con el correr del tiempo, las mismas deben formar diferentes
familias, ordenes, clases y la diversidad de vida en general: todos los
organismos vivos deben estar relacionados a través de su común
descendencia de algún simple grupo original. Además, puesto que todos
los organismos varían y todos se reproducen en grandes cantidades que
pueden sobrevivir, siempre habrá una competencia entre las variedades; en
otras palabras, al principio de selección natural también
puede aplicársele el concepto de la universalidad
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