EPILOGO (2) 

                La tesis que propongo no se desarrolló en mi mente en el mismo orden cronológico de este trabajo, ya que la primera fue la de la Biología Genética, cuando después de un sueño en el que participaba en un foro científico, “entendí” la explicación del desarrollo de la cadena genética y sus implicaciones en la salud. En el sueño, intervine para preguntar, que de acuerdo a lo que yo interpretaba, el cáncer era de origen genético y por lo tanto, curable; a lo que el disertador me contestó, que estaba correcto (esto sucede en la segunda parte de los 70s, poco tiempo después de un accidente automovilístico en 1974, donde de acuerdo a las condiciones en que quedó el auto, yo debí haber perecido, sin embargo solamente sufrí la fractura de cuatro costillas y del fémur, aparte de contusiones, pero ninguna herida sangrante ni que pusieran en peligro mi vida). A consecuencia de este accidente, esperando que mi estado general se estabilizara para someterme a una operación quirúrgica del fémur, tuve una experiencia, que mi amigo el Dr. Críspulo Barba, médico-psiquiatra-parasicólogo, varios años después, al contarle ésta y otras experiencias “paranormales”,  las calificó como “abandono del cuerpo” .Al conocer de mis inquietudes sobre la Genética, en aquel momento incipientes, trató de convencerme que debía estudiar medicina, hasta el grado de ofrecerse para prepararme, gratuitamente, para presentarme a exámenes de admisión en una facultad de medicina de alguna universidad. La idea era tentadora, pero desgraciadamente en aquellos momentos mis responsabilidades familiares y situación económica, no me permitían, ni remotamente, esa posibilidad. Fue un gran estímulo, ya que su entusiasmo me dio valor para seguir adentrándome en un campo tan difícil y extraño a mis conocimientos y actividades habituales.

                 Del hecho que a continuación relataré, puede dar fe mi esposa en aquella fecha, quien desde la noche del accidente hasta mi salida del hospital dos semanas más tarde, estuvo amorosamente a mi lado las 24 horas del día, por lo que le estoy eternamente agradecido. En esa oportunidad, después de sentir que arrastraba un gran peso, “me desprendí” y quede “flotando”. Recuerdo así llegar a la cima de una colina, desde la cual se divisaba un hermoso valle, con colores pastel bellísimos y me invadió una gran sensación de paz, sin ninguna manifestación sensorial. Una comunicación que pudiera llamar “telepática”, ya que no sentí ninguna voz, ni visualicé ninguna persona ni figura, ni sé en que idioma era, me “habló” de muchas cosas, de las cuáles solamente he podido recordar estas: “Tu hora no ha llegado, tu tienes que vivir por dos personas”. Descendí a mi estado original, retomé el enorme peso que antes arrastraba y desperté, casi gritando y en un enorme estado emocional, le repetía a mi esposa, una y otra vez, “no te preocupes, no te preocupes” y ella sobresaltada me inquiría, que le dijera de que no tenía que preocuparse. Después de algunos minutos, pude recuperar la calma y explicarle mi sueño y mi interpretación: “que no tuviera miedo si me moría, porque había conocido la muerte y era algo muy bello”.

                 Hasta recientemente, pocos días antes de comenzar a escribir este trabajo, nunca había podido identificar dos personas a quienes yo pudiera asociar con las mencionadas en el sueño, como para que yo fuera determinante en su vida al grado de conservar la mía. Hace pocos días, al revisar mis ideas para comenzar este trabajo,  “comprendí”, que esas dos personas son “yo mismo”. La identidad espiritual (mi esencia) y la anatómica-fisiológica (mi personalidad), armonizadas en una sola: la ley de tres que habla Gurdjieff, las radiaciones cósmicas positivas, negativas y neutralizadoras. Ha sido un gran alivio creer haber encontrado esa respuesta; me propongo trabajar intensamente en lograr y mantener esas fuerzas en una relación armónica, hasta mi fin, cuando me una con el Todo y regrese al Absoluto.