EPILOGO (7) 

                 Asesorado por el Secretario Académico seleccioné las asignaturas “Historia de Yucatán I” , “Etnografía del área Maya” y  “Lengua Maya I”. Quiero destacar, que debido a mi edad, tenia muchas reservas de como iba a ser acogido por la comunidad estudiantil. Fue una gran alegría, desde el primer día ser aceptado como un estudiante más, y hacérseme participe no solo de la fraternidad universitaria como tal, sino desarrollarse amistades personales que todavía persisten y que con el pasar del tiempo algunas se han convertido en “familiares”, al grado de haber tenido el honor de haber sido nombrado “padrino” en las bodas de dos de mis mejores amigos.

                 La asignatura de “Etnografía del área maya” requería, en el mes de Noviembre realizar una investigación antropológica en el área maya, para poner en práctica la metodología aprendida en el primer año. Para ello debía presentarse un proyecto completo, especificando los objetivos, tipo de investigación, lugar donde se desarrollaría, y métodos y sistemas a emplear,  para ser complementado con un informe con las conclusiones, en la primer semana de Enero, al regreso de las vacaciones de Navidad. 

                   Poco más de dos semanas antes de la fecha de inicio de las investigaciones, eran tantas las cosas que yo quería investigar que no me decidía por ninguna, a pesar que ya tenía seleccionada la comunidad donde la iba a realizar. Por otro lado, al no haber tomado las clases de “Métodos y técnicas” no sabía como iba a presentar la metodología a aplicar, la parte más  importante de la investigación. Conversando con dos compañeros antes de iniciar una clase y exponerle mis problemas, siempre recordaré con mi más alto agradecimiento, lo que sucedió. Uno de ellos me aconsejó: lo primero era centrarme en un solo tema, que sería el principal, y después incorporar en la investigación todos los otros relacionados que fueran posible incluir. De lo contrario, me sería muy difícil poder establecer la metodología. Trabajamos sobre el tema, y después de un análisis, pude establecer mi objetivo principal. El otro compañero me dijo con respecto a la metodología: “yo se lo que tu necesitas”, y tomándome del brazo, me llevó a la biblioteca, donde pidió los textos correspondientes a la asignatura de “Métodos y técnicas”  diciéndome: “esto es lo que tu necesitas”. La solución a mi “necesidad” consistía en dos gruesos tomos.

                 Me fui ese día a casa, con la sensación de que aquello constituía la “imposibilidad de lo posible”,  pero una vez más en mi vida, acepté el reto y lo confronté. Me pasé todo el fin de semana y los primeros de la siguiente, estudiando la parte teórica y tomando nota de la parte técnica que se relacionaba con mi proyecto de investigación. Utilizando estos conocimientos, el sentido común, y mi experiencia investigativa y organizativa, para el próximo fin de semana ya tenía elaborado el primer borrador de mi presentación. Otro compañero me prestó su maquina de escribir por el fin de semana, y el lunes le presenté el proyecto a mi maestra para su consideración. Afortunadamente, salvo algunas observaciones y pequeños cambios, el proyecto fue aprobado.

                 El  compañero que me había prestado la máquina de escribir, gentilmente me la ofreció de nuevo para que hiciera la presentación definitiva, acomodando sus necesidades, a manera de trabajar él en lo manual sin necesidad de retrasarse, para que yo pudiera utilizar la máquina un día más. Que magnífico gesto de solidaridad y compañerismo. Siempre lo recuerdo con mucho afecto.  Después de todas estas vicisitudes, el sábado, fecha señalada para el inicio de la investigación, partí hacia mi destino, San Cosme, una comunidad rural con más piedras que tierra que sirvió de título al proyecto.