Los Olmecas (4)
2.
EL DESCUBRIMIENTO DE LOS OLMECAS.
Un número de investigadores dispersos por el espacio y el tiempo,
ignorantes a menudo los unos de los otros, habían llegado a converger en
un punto: la existencia de cierto estilo común a los monolitos colosales
y a los pequeños jades cincelados. Ese estilo debía ser la expresión de
una civilización aún desconocida, cuyo centro se situaba al parecer, en
el Sudeste de México, entre Veracruz y Villahermosa, más precisamente en
las regiones de los Tuxtla y La Venta. Hermann Beyer, un sabio alemán que
vivía en México, fue el primero, y después Marshall H. Saville y George
C. Vaillant, los que bautizaron Olmeca a esta civilización y este nombre
le ha quedado hasta hoy. |
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Durante
los años 30s, comparaciones y acercamientos cada vez más numerosos entre
monumento y objetos que formaban parte de diversas colecciones vinieron a
añadir, por así decirlo, sustancia a esta civilización aún hipotética,
aún no comprobada sino adivinada. Matthew Stirling fue el que obtuvo los
resultados más sensacionales. En el sitio de Tres Zapotes, cercano a la
hacienda de Hueyapán donde se había descubierto la primera cabeza
colosal, Stirling y Clarece Weiant sacaron a la luz una estela rota, que
en una de sus superficies llevaba una mascara de jaguar estilizada y en
otra una inscripción. Esta “Estela C” se había roto en dos partes:
la mayor fue descubierta por Stirling el 16 de Enero de 1939;
la menor, correspondiente a la parte superior de la estela, fue
encontrada apenas en 1969. El principio de la inscripción está
gravemente dañado por la ruptura de la estela. Stirling, sin embargo, la
interpretó (con razón) como una inscripción llamada de “Cuenta
larga”, análoga a las que los mayas clásicos dejaron en innumerables
monumentos de México y de Guatemala. |